domingo, abril 19, 2009

Cuando el amor llama a la puerta, y no quieres contestar...

Publicado por V. en 7:01 p. m.
Y sí, de tanto rogar al cielo, Dios ha sabido responder a mis plegarias. Y es ahora que me doy cuenta de que realmente uno nunca sabe lo que quiere. Porque ahora que cierto joven llega a cortejarme como tanto lo había soñado, me siento reticente a aceptar la realidad. La verdad es que no tengo remedio, es cómo que estuviera automatizada para negarme a cualquier tipo de relación amorosa. El chico en cuestión es una de las mejores personas que haya conocido en la vida, tiene todo lo que yo había soñado en un significant other y más, pero no; me veo obligada a rechazar su oferta. ¿Por qué, Dios mío, por qué?
Y me siento terrible al tener que rechazar este regalo celestial. Y siento terror de las consecuencias que podría tener esta actitud tan malagradecida. Soy una consentida:
- "Tatita Dios, mándeme un pololito por favor."
- "Aquí tiene, m'hijita"
- "Sí, gracias, es perfecto, pero ya no lo quiero."
Y supersticiosa también, porque bien se sabe que Dios castiga, pero no a palos. Uyuyuy! ¿Qué hacer, Dios mío, qué hacer? El sonríe y yo esquivo su mirada, el intenta coger mi mano, y yo la escondo, resbaladiza como un pescado. El día que intentó besarme, le corrí la cara. Lo siento, pero aunque el muchacho es muy bueno, yo no estoy enamorada. ¡Qué triste recibir un regalo tan hermoso y tener que rechazarlo!
Me siento descorazonada. Tendré que ser fría y despiadada, y aunque me duela romperle el corazón...aunque me duela! Llegó el momento de decir "No, gracias" y "Adiós".

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